Finalmente, la entidad contratante reconoció la complejidad de la situación y acordó cerrar el procedimiento sancionatorio y revisar la reclamación de sobrecostos de mi cliente. Se establecieron mesas de diálogo con el contratista, buscando solucionar el impase de manera colaborativa y que beneficiara a todos.
Como abogado especializado en la industria de la construcción, me enfrenté a un caso que resalta la intrincada red de responsabilidades en los grandes proyectos.
Representé a un contratista enfrascado en una compleja disputa debido a retrasos en la entrega de una obra pública. Lo que parecía ser un problema directo de incumplimiento contractual por parte de mi cliente se reveló como un escenario mucho más complicado, donde diversas partes compartían la culpa de los retrasos. 🥊
Desde el inicio, fue evidente que la situación no era tan simple como la entidad contratante quería hacer creer.
La entrega tardía de los diseños iniciales fue el primer indicio de que el contratista no era el único responsable de los retrasos.
Al investigar más a fondo, descubrimos que la interventoría también había contribuido significativamente a la demora, tardando en revisar y aprobar los diseños Fase III, que el contratista había realizado diligentemente. Pero no terminaba ahí; la curaduría, responsable de otorgar las licencias de construcción necesarias, también había demorado su parte, añadiendo otra capa de complejidad al asunto. 🧐
Esta concatenación de retrasos planteaba un desafío único: ¿cómo demostrar que la responsabilidad no recaía exclusivamente en mi cliente? La estrategia se centró en desentrañar y exponer la red de causas detrás de los retrasos, así como no solo defendernos de las alegaciones de la entidad, sino solicitar a esta que compensara a mi cliente por los sobrecostos en que éste incurrió por mayores permanencias.
Presentamos una argumentación detallada, respaldada por un análisis exhaustivo de la documentación y los tiempos, para ilustrar cómo cada actor había jugado un papel en el retraso del proyecto.
La revelación de esta culpa concurrente fue un punto de inflexión. Argumentamos que los retrasos, lejos de ser motivo de sanción, eran excusables dado el contexto de responsabilidad compartida. Este enfoque no solo cambió la percepción del contratista como único culpable, sino que también abrió la puerta a un diálogo constructivo entre las partes, pues también estaba sobre la mesa la reclamación por los sobrecostos en que incurrió mi cliente por mayores permanencias, que no le eran imputables.
Este desenlace no solo evitó consecuencias negativas para mi cliente, sino que también sentó un precedente sobre la importancia de una evaluación justa y equitativa de las responsabilidades en proyectos de esta magnitud. 🎯
Este caso subraya un punto crucial en la construcción y, por extensión, en cualquier proyecto de gran envergadura: la importancia de una estrategia legal meticulosa que considere todas las facetas del problema. Ignorar esta realidad puede llevar a evaluaciones erróneas y decisiones precipitadas que, en última instancia, perjudican a todas las partes involucradas.